martes, 21 de abril de 2015

El cuento del gallego que viajaba en tren


Hace años, un gallego se disponía a viajar desde Barcelona hasta A Coruña, en uno de aquellos viejos trenes de RENFE, de compartimentos para 8 personas, con ventanas cuya mitad horizontal superior se podía bajar para ventilar.

El gallego se sienta junto a la ventana. En el compartimento viaja también una señora, sentada en el extremo, junto a la puerta. Antes de que el tren se pusiera en marcha, la señora le dice al gallego: "por favor caballero, ¿le importaría bajar la ventana?..., es que hace calor". El gallego se levanta y diciendo "da igual", baja la ventana. Al rato, el tren se pone en marcha y la señora le dice: "ahora parece que está entrado demasiado aire... por favor caballero, ¿le importaría subir la ventana?". El gallego se levanta y diciendo "da igual", sube la ventana. Después de un rato, la señora comenta que la calefacción está muy alta y le dice al gallego: "por favor caballero, ¿le importaría bajar la ventana?... ahora parece que hace mucho calor". El gallego se levanta y diciendo "da igual", baja la ventana. Poco tiempo después, la señora aprecia que hace frío y vuelve a pedirle al gallego que suba la ventana. El gallego se levanta y diciendo "da igual", sube la ventana. Durante toda la noche se repitió la misma historia. Cada vez que aquella señora le pedía al gallego que bajase o subiese la ventana, éste accedía a su petición, exclamando primero "¡da igual!".

Por la mañana, cuando el tren estaba llegando ya a la estación de A Coruña, la señora una vez más se dirige al gallego: "ya estamos llegando... por favor caballero, ¿le importaría bajar la ventana para que se ventile un poco el compartimento?". Y una vez más, el gallego se levanta diciendo "da igual", y baja la ventana. La señora se muere de curiosidad y no puede evitar preguntarle: "¿me puede decir usted, por qué cada vez que le pido que suba o baje la ventana, me contesta 'da igual'". El gallego la mira, con esa expresión de escepticismo que sólo un gallego sabe dibujar sobre su rostro, y le dice: "sí..., da igual... ¡¡es que la ventana no tiene cristal!!"

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Bienvenido al lugar de ninguna parte


Autor: Alex Timmermans, alextimmermans.com


Si crees que has llegado a algún lugar del ciberespacio, ¡vas dado! No busques nada aquí. Nada hay para encontrar. Sombras caprichosas, piedras que hablan en lenguaje ininteligible, ecos de sueños y deseos espectrales. Poco más. Tiene mucho de páramo dadaísta. O quizás poco. Quién sabe. Aquí pocas cosas son lo que parecen. Es un páramo para daltónicos, esos extraños poetas del color; aunque se ama el blanco y negro. En realidad es un páramo para nadie. Tan siquiera estoy seguro de que sea mi páramo. Bienvenidos los errantes y los lobos esteparios. Bienvenidos en realidad cualquier clase de bicho raro. Y cierra la puerta al salir, que hay corriente.